Culpable

Culpable

La pluma se posa sobre la hoja blanca y vacía. Ella busca las palabras que se revuelcan en el pulmón y no saltan a la lengua. Tantos años de tragarse la amargura y de callar, la están pudriendo por dentro.

Recuerda a la chica de rizos oscuros y sonrisa clara; su rostro abierto y generoso. El estertor de la tos le retumba en el esternón. Cierra los ojos; un nudo se le forma en la garganta y piensa que va a llorar. Siente los ojos calientes de lágrimas secas que no salen. En su mente vuelve a vivir los años de terror e incertidumbre, y se dice a sí misma que lo que hizo fue lo correcto y que lo hizo por el bien de todos, porque en aquel entonces era su deber.

La tos le estremece el torso y tiene que soltar la pluma que ha dejado un puntito de tinta azul sobre la hoja blanca. Una gotita de saliva rancia y podrida cae sobre la tinta fresca y esta crece y se expande como un océano. La mancha serpentea por la hoja y ante sus asombrados ojos, un dibujo aparece. La culpa finalmente llega a su corazón reseco. Tantos años de decirse a sí misma que la chica de rizos oscuros y sonrisa clara seguramente escapó, sobrevivió y tuvo una vida larga y próspera, se esfuman ante la mancha de tinta que le está mostrando la verdad que tantos años se tragó.

Un nuevo ataque de tos flemosa retumba en el cuarto como una marcha de muerte. Mientras tanto, el dibujo de la tinta de su conciencia se define y aparecen formas esqueléticas, cabizbajas, desnudas y humilladas; y entre ellas resalta la chica de rizos oscuros y sonrisa clara.

El sol se esconde en el horizonte y tiñe la habitación de rojo y naranja. Es un rojo infernal, y ella sabe que ha llegado el fin. Lágrimas ardientes le brotan a los ojos y se escurren, quemándole las mejillas arrugadas y hundidas, como lava y miasma; sabe que así será la eternidad. Las lágrimas rojas caen sobre la tinta azul que nuevamente se desplaza formando otro dibujo en el cual aparece el rostro fresco y joven de la chica de rizos oscuros y sonrisa clara.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué nos denunciaste?

Ante esos recuerdos, la tos infernal vomita las razones que se ha tragado durante décadas: por celos, y por creer en el Führer.

La tos le revuelve las entrañas y le cierra la garganta, mientras la luz roja del infierno se enrosca sobre su cuello y la estrangula. Ella patalea y trata de inhalar aquellas razones, quiere regresarlas a su interior, pero no puede y cae bocabajo, con los ojos abiertos y vacíos, sobre la hoja blanca de papel.

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